

Estaba en la tienda con mi marido y nuestro hijo cuando mi pequeño de 6 años se acercó a una vendedora y le preguntó: “¿Usted es mi mami?”
Ella parecía TAN asustada, y mi marido también. Nos fuimos rápidamente. Me quedé perpleja. Esa tarde, pregunté:
Yo: “Cariño, ¿por qué llamaste a esa mujer tu mami?”
Hijo: “Se lo oí decir a papá por teléfono y vi su foto”.
Yo: “¿Dijo que es tu mami?”
Asintió con la cabeza. Al día siguiente, la encontré en la tienda:
Yo: ¿Te acuestas con mi marido?
Ella: ¿Qué? ¡NO!
Yo: ¡Mi hijo te llamó su madre ayer!
¡Otra vez esa mirada asustada! Ella me agarró la mano: “¡Aquí no! Ven
…conmigo, por favor”, susurró, mirando nerviosamente hacia la puerta.
Me condujo a la trastienda, cerró la puerta y bajó la voz.
—No me acuesto con tu marido… pero necesito contarte algo que él no quiere que sepas.
Mi corazón me latía tan fuerte que apenas podía escucharla.
—Hace unos meses, vino aquí con tu hijo. Me pidió que fingiera ser su esposa para obtener un descuento en un paquete de viajes familiares. Dijo que era “solo por diversión” y me mostró fotos tuyas… pero también fotos mías que él había guardado en su teléfono, tomadas a escondidas.
Me quedé helada.
—Y hay más… —continuó—. Lo he visto varias veces cerca de mi casa. Una vez dejó un regalo en mi puerta con una nota que decía “Para la mamá perfecta que debería tener mi hijo”.
Sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies. En ese momento supe que no solo había una traición… sino algo mucho más retorcido.
Si quieres, puedo contarte cómo lo confronté y qué descubrí después sobre esas fotos.
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