

Mi gato no salió de la cocina en todo el día, sentado en la estufa de gas y maullando: me horroricé cuando entendí la razón de su extraño comportamiento.
Esa mañana mi gata se comportaba de forma extraña. Normalmente duerme hasta el mediodía, moviendo las patas perezosamente mientras duerme, pero ese día parecía tensa desde el principio.
Se quedó todo el día en la cocina. Cada vez que entraba, estaba sentada en la estufa de gas, maullando fuerte e insistentemente, o siseando de repente mientras miraba fijamente la pared.

La levanté y la saqué de la cocina varias veces, pensando que solo estaba jugando o buscando atención. Pero en cuanto me di la vuelta, estaba de vuelta en la estufa, mirándome con los ojos muy abiertos, como si quisiera decirme algo.
Al principio, pensé que tenía hambre. Le di comida y sus golosinas favoritas, pero no las probó. Qué raro: mi gata nunca había rechazado una golosina.
Al anochecer, empecé a sentirme peor. Me sentía débil, mareada y con náuseas. Pensé que era solo fatiga o presión baja. Pero el gato se puso cada vez más nervioso: corría por la cocina, volvía a subirse a los fogones y maullaba tan fuerte que empezó a irritarme.
Y entonces finalmente entendí la razón de su comportamiento, y me horroricé. Continúa en el primer comentario.

Solo al anochecer todo se aclaró. Cuando mi vecino entró en la cocina a pedir prestada una herramienta, de repente frunció el ceño y dijo:
—Aquí huele a gas. Muchísimo.
Llamamos a emergencias. Resultó que había una fuga de monóxido de carbono causada por tuberías dañadas detrás de la estufa. El gas se había ido acumulando poco a poco, y los síntomas que confundí con fatiga eran en realidad intoxicación.
Todavía pienso en lo que podría haber pasado de no haber sido por mi gata. Ella lo presentía desde el principio. Sus maullidos, siseos e intentos de mantenerme en la cocina eran intentos desesperados de advertirme.

Fuimos directo al hospital, nos revisaron y, por suerte, no hubo consecuencias graves. Pero ahora, siempre que mi gato se comporta de forma extraña, le presto mucha atención.
Ese día, ella me salvó la vida.
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