Teníamos un ambiente de trabajo perfecto en nuestra empresa hasta que Karen se unió a nosotros. Dejaba los platos sucios en el fregadero y podía dormir en su puesto de trabajo, roncando como un tren de mercancías. Una vez a la semana, íbamos todos a la piscina, y a Karen le parecía divertido limarse los pies junto a nosotros en la zona de duchas. Simplemente ewww. Cuando le pedíamos que no hiciera todo esto, ella siempre resoplaba y decía, “Hago lo que quiero. PUNTO”. Y por último, no puedo creer que no me lo esté inventando… le gustaba pasarse el hilo dental en los restaurantes mientras almorzaba con nosotros. Una vez, una mota de comida vieja y asquerosa de entre sus dientes salió volando y aterrizó en la cara de mi amiga y la mía. Nos volvimos locas. Todo nuestro departamento la recibió con globos, una tarta y un regalo por su cumpleaños. Ella estaba como, “Oh, chicos, no deberían haber…”. Pero mientras abría su regalo, su cara se puso morada como
…como una berenjena 🍆. Dentro de la elegante caja no había joyas ni perfumes, sino un set completo de higiene personal:
- un cepillo de dientes eléctrico,
- hilo dental (¡muuucho! 😂),
- jabón exfoliante,
- desodorante,
- y hasta un pequeño libro titulado “Etiqueta y buenos modales en la oficina”.
Toda la oficina rompió en carcajadas nerviosas. Karen al principio pensó que era una broma pesada y casi tiró la caja… pero al ver que todos la miraban en silencio y con sonrisas incómodas, entendió el mensaje.
“¿En serio? ¿Me están diciendo que huelo mal y soy una maleducada?” — explotó.
El jefe, muy tranquilo, respondió:
“Karen, no es un insulto. Es un recordatorio de que aquí todos respetamos a los demás. Esperamos que tú también lo hagas”.
Después de ese día, algo cambió. No diré que se volvió perfecta de la noche a la mañana, pero dejó de limarse los pies en las duchas y de usar el hilo dental en los almuerzos. Y los platos… bueno, al menos ahora los enjuaga. 🙃
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