Pillé a mi marido con su amante en el aeropuerto. Yo (sorprendida): “Cariño, ¿qué está pasando?” Marido: “Ava, ¿por qué estás aquí?” (soltando rápidamente la mano de la chica) Yo: “¡¿CÓMO PUDISTE?! Quería darte una sorpresa, pasar tiempo juntos en París”. Él: “No es un buen momento, Ava. Es un viaje de negocios. Ella es sólo una colega. Así que vete a casa y limpia un poco”. Caí de rodillas, llorando. Entonces se me acerca un piloto: “¿Quién llora antes de un vuelo a París?”. Se lo cuento todo y me coge la mano y me dice: “Suba a bordo y mire. Su marido se arrepentirá de lo que hizo”. Decidí confiar en él. Subí al avión.
…y lo que descubrí a bordo fue de película.
El piloto me llevó discretamente a una sección del avión donde mi marido y su “colega” estaban sentados. Yo observaba, escondida detrás de la cortina de la tripulación, mientras se reían y se tomaban de la mano.
El piloto me susurró:
—“¿Quiere que lo hagamos interesante?”
Yo asentí, todavía con el corazón roto pero decidida. Minutos después, el capitán hizo un anuncio por los altavoces:
“Damas y caballeros, hoy tenemos un pasajero especial que viaja con nosotros… su esposo debería estar orgulloso de ella. Ava, ¿nos acompañas al frente, por favor?”
Todos los ojos se posaron en mí cuando salí de detrás de la cortina. La cara de mi marido fue un poema: se quedó helado, incapaz de articular palabra. La amante apartó la mano de inmediato.
Yo sonreí y dije:
—“Qué coincidencia encontrarnos aquí, cariño. Supongo que este es tu famoso ‘viaje de negocios’.”
La tripulación y varios pasajeros empezaron a murmurar, algunos incluso aplaudieron. El piloto, guiñándome un ojo, añadió:
—“Espero que disfrute de París, señora. Parece que ya tiene mucho de qué hablar con su marido.”
Y ahí, a miles de metros de altura, mi esposo comprendió que no podía esconder su traición.
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