

Mi ex mujer es la madre de mis dos hijos. Es una mujer increíble. Nos divorciamos hace 6 años porque la engañé con mi actual novia – cometí un gran error y siempre me arrepentiré. Después de todo eso, sólo quería aportar algo bueno a su vida, por ella y por los niños. Era lo menos que podía hacer.
Pero cuando mi novia Rachel se enteró de mi decisión, estaba LÍVIDA.
Aplaudió burlonamente y dijo: “¡Vaya, mira al Sr. Generoso! Ahora eres el héroe del pueblo. ¿No te preocupa que alguien descubra tu ‘pequeño’ secreto familiar?”. Se me HELÓ la sangre. Así que lo sabe…
Le pregunté, “¿Intentas chantajearme?”. Sonriendo, me contestó, “Creo que tú también deberías compartirlo conmigo. Y así el mundo no sabrá que tu querido HIJO
…“no es realmente tuyo”, terminó diciendo Rachel, con esa sonrisa venenosa que me hizo comprender que había estado husmeando donde no debía.
Me quedé paralizado. Ese era un tema que sólo mi ex mujer y yo conocíamos: nuestro hijo mayor había sido concebido durante una breve separación, y yo lo había criado como propio desde el primer día. Nunca me importó la biología, y lo había mantenido en secreto para protegerlo.
Rachel se cruzó de brazos:
— Podría contárselo a todos… a él, a tus padres, a la prensa si quieres.
En ese instante entendí que no sólo quería dinero: quería poder.
Pero lo que Rachel no sabía era que yo ya había tomado precauciones. Antes de cobrar el premio, había hablado con un abogado y depositado la suma en un fideicomiso irrevocable para mi ex y los niños. Ni yo podía tocarlo ya, ni nadie podía reclamarlo.
Así que la miré a los ojos y le dije:
— Puedes decir lo que quieras, Rachel. Si crees que mi hijo me dejará de amar por no ser su padre biológico, no me conoces en absoluto.
Su cara se descompuso. En ese momento supe que lo que realmente había ganado no era la lotería… sino mi libertad de ella.
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