En el avión, un hombre de traje me gritó porque mi bebé de seis meses estaba llorando: pero de repente, un compañero de viaje intervino e hizo algo inesperado.

En el avión, un hombre de traje me gritó porque mi bebé de seis meses estaba llorando: pero de repente, un compañero de viaje intervino e hizo algo inesperado.😨😨

Estaba volando con mi hijo de seis meses. A veces, las madres también tienen que salir de casa: a la tienda, a la clínica e incluso en avión. Pero en cuanto estás en un lugar público, todos empiezan a juzgarte, como si fuera solo tu culpa cuando el bebé llora. Pero es solo un bebé, no entiende nada.

Una situación similar ocurrió durante nuestro vuelo. Durante tres horas, mi hijo no pudo calmarse: no quería dormir, lloraba y se inquietaba.

Intenté mecerlo, cantarle, darle un juguete, pero nada funcionó. Los pasajeros se giraron, nos miraron y suspiraron. Y yo allí sentada, con una piedra en el pecho: ¿qué podía hacer?

Lo peor fue que a mi lado estaba sentado un hombre con traje formal. No dejaba de mirarme con descontento. En un momento dado, se enfureció, se giró bruscamente y siseó:

—¿No puedes calmar a este monstruo de una vez? ¡Deja que la gente descanse!

Respondí confundido:

—Es un bebé, ¿qué puedo hacer? Aún no entiende.

—No me importa tu bebé, quiero dormir —espetó enojado y comenzó a lanzarme palabras aún más desagradables.

Me temblaban las manos, respiraba con dificultad, apenas podía mantener la compostura. Sentí que me iba a desmayar en ese mismo instante.

De repente, la azafata se acercó. Con calma y cortesía, se dirigió al hombre:

—Señor, ¿puedo ofrecerle unos auriculares?

—No necesito auriculares —explotó—. ¡Necesito que calles a este bebé!

Y entonces ocurrió algo inesperado. Uno de los pasajeros, un hombre corpulento con barba y mirada severa, se levantó de su asiento. Nos miró fijamente, como si también quisiera decir algo sobre mi hijo, pero entonces hizo algo sorprendente. 😢🫣Continuará en el primer comentario.👇👇

El hombre volvió su pesada mirada hacia el vecino de traje:

—¿No tienes hijos? ¿O nunca fuiste niño? Es solo un bebé, está asustado. Mira a su madre: está temblando. ¿No tienes conciencia?

Su tono era firme e inflexible. El hombre del traje se quedó callado de inmediato y murmuró en voz baja:

— Bueno… sólo quería descansar.

—Entonces descansa —dijo el hombre barbudo con más amabilidad—. Te ofrecieron auriculares con cortesía. Si no los quieres, cámbiate de asiento. Pero deja de molestar a una madre con un bebé. ¡O si no!

Después de esas palabras, el hombre trajeado se quedó en silencio, tomó de mala gana los auriculares, murmuró algo en voz baja y no dijo nada más durante el resto del vuelo.

Y por primera vez en esas tres horas, exhalé. Hombre del avión, si estás leyendo esto, ¡gracias!

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