
Una mujer dejó entrar a un fontanero a su casa y una semana después descubrió un pequeño agujero en la pared del baño que antes no estaba allí: se sorprendió cuando descubrió para qué servía el agujero.

La mujer había llamado al fontanero a través de una agencia porque su lavabo goteaba. Un hombre de mediana edad, ordenado y seguro de sí mismo, llegó rápidamente, arregló el problema y se marchó tras recibir el pago. Todo parecía perfectamente normal, y el dueño de la casa no tenía ninguna sospecha.
Unos días después, mientras limpiaba el baño, la mujer notó un pequeño agujero en la pared. Al principio, pensó que era solo una grieta o un desconchón. Pero al observar más de cerca, se dio cuenta de que el agujero estaba demasiado perfecto, como si se hubiera hecho con una herramienta especial. Y lo más importante: el agujero definitivamente no estaba allí antes.
La idea de que alguien hubiera dejado rastro deliberadamente en su casa la atormentaba. Recordó al fontanero, el único desconocido que había estado en el baño recientemente. El miedo empezó a convertirse en pánico: ¿para qué habría sido el agujero?

La mujer apenas durmió durante varias noches, revisando constantemente el baño y sintiéndose observada. Varias veces incluso tapó el agujero con una toalla para no verlo. Pero la ansiedad no desapareció.
Finalmente, decidió contactar a la policía. Al principio, sus palabras fueron recibidas con escepticismo, pero cuando los expertos examinaron la pared, descubrieron que el agujero no era accidental. Lo que encontraron sorprendió a todos.
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Los expertos examinaron cuidadosamente la pared y descubrieron una pequeña cámara en su interior. El dispositivo transmitía una señal vía wifi a un receptor externo.
La investigación reveló que no fue casualidad. Había un grupo de personas que, a través de agencias falsas, enviaban “técnicos” a mujeres solteras.

Instalaron cámaras miniatura en baños y dormitorios, tras lo cual las víctimas recibieron cartas o llamadas con amenazas: “Paga o tus imágenes íntimas se publicarán en línea”.
La mujer casi se desmaya cuando la policía le mostró las imágenes impresas interceptadas en su apartamento. Durante todo este tiempo, alguien había estado vigilando su vida en secreto.
Afortunadamente, la policía logró identificar y arrestar a la pandilla, y la dueña de la casa se convirtió en uno de los testigos clave del caso. Pero después de todo lo que vivió, el baño, antes un lugar familiar y seguro, nunca volvió a ser el mismo para ella.
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