Mientras mi marido no estaba en casa, mi suegro me dijo que tomara un martillo y rompiera el azulejo detrás del inodoro: detrás del azulejo, vi un agujero, y en ese agujero, se escondía algo horrible.

Mientras mi marido no estaba en casa, mi suegro me dijo que tomara un martillo y rompiera el azulejo detrás del inodoro: detrás del azulejo, vi un agujero, y en ese agujero, se escondía algo horrible.

Mientras mi marido no estaba en casa, mi suegro me dijo que tomara un martillo y rompiera el azulejo detrás del inodoro: detrás del azulejo, vi un agujero, y en ese agujero, se escondía algo horrible.😱😱

Estaba en la cocina, lavando platos. Mi hijo jugaba en casa de los vecinos y mi marido había salido a hacer recados. Parecía una tarde cualquiera. Pero en ese momento, sentí que alguien estaba detrás de mí. Me giré: era mi suegro. Tenía el rostro tenso, la mirada penetrante y atenta.

“Necesitamos hablar”, susurró tan bajo que apenas pude oírlo por encima del sonido del agua.

“¿Qué pasa?” pregunté preocupado, secándome las manos con una toalla.

Dio un paso más cerca y se inclinó hacia mi oído:

Mientras tu hijo no esté aquí… toma el martillo y rompe el azulejo detrás del inodoro del baño. Que nadie se entere.

Me reí involuntariamente: pensé que el viejo había perdido la cabeza.

¿Para qué arruinar la reforma? ¡Pronto venderemos esta casa!

Pero me interrumpió bruscamente, apretándome los dedos con sus huesudas manos:

Tu marido te está engañando. La verdad está ahí 😲.

Había algo en sus ojos que no me dejaba ignorarlo. Tenía miedo. Miedo como si su vida dependiera de esta conversación.

Sentí que la ansiedad me subía al pecho. Al principio, quise ignorarla, pero la curiosidad empezó a apoderarse de mí.

Media hora después, estaba en el baño. No había nadie. Cerré la puerta con llave, cogí el martillo del armario y dudé un buen rato antes de golpear la pared. Me quedé mirando los azulejos blancos y lisos que mi marido había colocado con cuidado. “¿Romperlos? ¿Y si mi suegro solo está delirando?”

Pero mis manos levantaron el martillo solas. El primer golpe fue suave: la baldosa simplemente se quebró. El segundo, más fuerte, un trozo se desprendió, golpeando el suelo con un ruido sordo. Contuve la respiración y alumbré con la linterna.

Detrás de la baldosa había un agujero oscuro. Y en ese agujero, había algo…

Me temblaban las manos. Metí los dedos en el agujero y sentí el crujido de una bolsa. El corazón me latía con fuerza en las sienes. La saqué lentamente. Una vieja bolsa de plástico, amarillenta por el tiempo, parecía inofensiva. Pero en cuanto la abrí, me tapé la boca con la mano para no gritar de terror. 😱😱Dentro había… Continúa en el primer comentario.👇👇

Dentro había dientes. Dientes humanos de verdad. Muchos. Docenas, quizá cientos.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me dejé caer sobre las frías baldosas, apretando la bolsa contra el pecho. En mi mente, solo había un pensamiento: esto no puede ser cierto…

Caminé por la habitación hasta que finalmente decidí ir con mi suegro. Al ver la bolsa, suspiró profundamente.

“Así que los encontraste”, dijo cansadamente.

—¡¿Qué es esto?! —grité, aunque mi voz delataba mi temblor—. ¡¿Quiénes son?!

Bajó la mirada, permaneció en silencio durante un largo rato y luego comenzó a hablar en voz baja:

Tu marido… no es quien parece. Se llevó vidas. Luego quemó los cuerpos… pero los dientes no queman. Los sacó y los escondió en casa.

No lo podía creer. Mi esposo era un padre cariñoso y una persona confiable. Pero ante mí estaba la evidencia.

“¿Lo sabías?” susurré.

Mi suegro levantó la vista. En ella no había alivio, solo cansancio y una sombra de culpa.

Me quedé callado… me quedé callado demasiado tiempo. Pero ahora, debes decidir por ti mismo qué hacer.

Y en ese momento me di cuenta: mi vida nunca volvería a ser la misma.

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