Ten mucho cuidado si te sale en la boca, estás…

El herpes labial, o ampollas febriles, es una infección viral común generalmente causada por el virus del herpes simple tipo 1 (HSV-1), aunque el HSV-2 también puede causarlo a través del contacto oral-genital.

Son altamente contagiosas y se propagan por contacto directo, como los besos, o indirecto, al compartir objetos como toallas, utensilios o bálsamo labial. Tocar una llaga y luego otra parte del cuerpo también puede propagar el virus.

Un brote suele seguir varias etapas: hormigueo o picazón uno o dos días antes de su aparición, formación de ampollas cerca de los labios, ruptura de llagas dolorosas y, finalmente, formación de costras. Aunque las llagas sanan en 7 a 10 días, el virus permanece latente y puede reactivarse.

Los desencadenantes incluyen el estrés, la exposición al sol, los cambios hormonales, las enfermedades y un sistema inmunitario debilitado. No existe cura, pero las pastillas antivirales como el aciclovir o el valaciclovir pueden acortar los brotes. Las cremas tópicas, los analgésicos y los bálsamos hidratantes pueden aliviar las molestias.

La prevención implica evitar el contacto cercano durante los brotes, no compartir objetos personales, usar protector solar labial y mantener una buena salud general. Consulte a un médico si los brotes son frecuentes, graves, se propagan o afectan las actividades diarias, especialmente si tiene un sistema inmunitario debilitado.

Curiosamente, nuevas investigaciones han vinculado la salud bucal con la enfermedad de Alzheimer. Los estudios sugieren que la bacteria causante de la enfermedad de las encías, P. gingivalis, podría contribuir al desarrollo de la enfermedad. Sus enzimas tóxicas, las gingipaínas, se han encontrado en el cerebro tanto de pacientes diagnosticados como de aquellos con Alzheimer pero sin diagnóstico de demencia.

Los investigadores creen que esto indica que la infección cerebral ocurre antes del deterioro cognitivo, no simplemente como resultado de una mala higiene bucal en etapas posteriores. En ratones, un compuesto llamado COR388 redujo la acumulación de proteínas dañinas y la inflamación cerebral.

Si bien los tratamientos en humanos aún no están probados, los expertos destacan la importancia de explorar estos enfoques, dada la falta de nuevas terapias contra la demencia en más de 15 años.

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